24 Feb Por qué los profesionales siguen intercambiándose tarjetas de visita en la actualidad
En una actualidad de redes sociales y perfiles profesionales, se puede pensar que el profesional ya tiene todo el trabajo hecho en lo relativo a crear su imagen personal y los ‘marcadores’ que le permitirán hacer llegar su marca personal a los clientes potenciales. Estos perfiles hacen que la información esté siempre accesible. Además, facilitan que el cliente solo tenga que poner nuestro nombre en un buscador para ser capaz de localizarnos. La presencia de las empresas en la red, ha hecho el trabajo más fácil y que ciertas herramientas de “las de antes” resulten innecesarias. Pero ¿lo son realmente?
En realidad, a pesar de que un perfil profesional y otras cuentas en redes sociales parezcan imprescindibles para un profesional, lo cierto es que seguramente ese mismo profesional esté echando mano de alguna otra herramienta tradicional para impulsar su marca personal. Cuidar el vestuario para transmitir ciertas ideas sigue siendo importante, por ejemplo, y también lo es seguir usando ciertas herramientas de fuera de la red. Una de estas herramientas son las tarjetas de visita.
Las tarjetas de visita de los profesionales no han desaparecido ni han dejado de ser intercambiadas. Es más, se podría decir que hay ciertos motivos por los que no dejarán tampoco de hacerlo en un futuro próximo.
Son una manera de llamar la atención del receptor
Estas tarjetas no tienen que ser hoy en día, como lo eran tradicionalmente. Es necesario acabar con la idea de una de esas tarjetas de visita de color blanco con nuestro nombre en cursiva. Es más, no deberíamos ni pensar en ellas, salvo que se quiera transmitir una imagen muy concreta. Tenemos que dar el salto y ser creativos. Poseer tarjetas de visita creativas y originales nos facilitara captar la atención del cliente. Lo que el cliente está viendo causa un impacto diferente, permanece mucho más en su recuerdo y ayudará a que el mensaje no se quede perdido en la cartera o el bolsillo de quien ha recibido la tarjeta.
Son, por tanto, una manera de influir sobre la conversación y de quedarse en la memoria del interlocutor. Por otra parte, si lo que se desea es vender un perfil creativo e innovador, son una de las mejores formas de transmitirlo.
Junto con el logo, transmite tus valores corporativos
Las tarjetas de visita son la forma de transmitir en un solo golpe visual muchos valores corporativos. El cliente potencial no tendrá que intentar adivinar lo que somos o lo que queremos compartir con él, gracias a la tarjeta, gran parte del trabajo estará hecho. Solo hay que pensar en lo que los colores o la disposición del texto pueden hacer, por ejemplo.
Son un recordatorio que hara que permanezcamos en la memoria del cliente
Un saludo, una presentación, un par de comentarios sobre el café de la pausa dentro de las conferencias y un par de reflexiones sobre lo que nos parece lo que estamos viendo, nos dan pie a adentrarnos en el networking y en una búsqueda acelerada para hablar con el mayor número de posibles contactos en un evento. Tras finalizar el evento y tras una acumulación de pausas café, encuentros casuales y comidas business, lo más probable es que a la persona concreta con la que queríamos contra, nuestra historia se le haya fusionado con otras 20 que le acaban de contar. La tarjeta puede ser la solución para esta situación, el recordatorio de lo que se quería transmitir.
Son un método rápido (aún hoy en día) para encontrar tus datos de contacto
Puede parecer que tener un tarjetero es algo un tanto pasado de moda y en realidad, no lo es tanto. A pesar de la idea que se tiene al respecto, para muchos profesionales su colección de tarjetas sigue siendo una manera rápida de encontrar los datos de contacto de aquella persona con la que quiere contactar y con la que necesita hablar en ese momento.
Formán parte de un ritual
El intercambio de tarjetas no es solo una herramienta de networking o un método para hacer que no se olviden de nosotros, sino que también es una manera de cumplir con un ritual social. Llevamos intercambiándonos tarjetas (antes incluso se hacía no solo a nivel profesional sino también personal) durante siglos y eso ha hecho que se haya convertido en una costumbre, una parte más del ritual de la presentación. De hecho, no hay más que pensar en lo que ha ocurrido la última vez que se ha conocido a alguien ‘de negocios’ para verlo. Lo más probable es que en algún momento de esa presentación nos haya preguntado si teníamos una tarjeta.
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